Hay mucho que decir sobre este tema, pero seré breve. Imagina la Torre de Babel.
Imagina verla recién destruida frente a tus ojos sin poder comunicarte. Imagina agitar el puño hacia el cielo y protestar en un idioma que nadie entiende. A veces, así se siente Twitter.
O al menos con esta metáfora abre un artículo que publicó Jonathan Haidt en The Atlantic el 11 de abril 2022, dos semanas antes de que se anunciara que Elon Musk compró Twitter. Haidt ve a la sociedad norteamericana de finales de los 2010 's como si les hubieran recién tumbado su Torre de Babel: desorientados, fragmentados y enojados.
Contexto súper rápido…
En el 2009, Twitter inventó el botón de Retuit. A partir de ahí cambió el juego para incentivar la agresión, la deshonestidad y la mentalidad de rebaño. Se premia lo retuiteable: morbo, chisme y pertenencia a un grupo de pensamiento. Es adictivo. Chris Wetherell, quien colaboró en la creación del RT, habla sobre su arrepentimiento: “le dimos una pistola a un niño de 4 años”.
Ante los cambios, Twitter puso reglas de seguridad, privacidad y autenticidad. Aunque las reglas son bastante simples, ejercerlas no es tan sencillo. La derecha ha acusado a Twitter de tener un sesgo hacia la izquierda al moderar contenido. Por otro lado, un estudio encuentra evidencia de que el algoritmo amplifica a políticos de derecha al recomendar sus tuits, en países como EE. UU., Canadá, Francia, España y Reino Unido.
El 6 de enero de 2021 un grupo de manifestantes irrumpió en el Capitolio de los Estados Unidos, en protesta de los resultados de las elecciones presidenciales del 2020. Dos días después, Twitter suspendió permanentemente la cuenta de @realDonaldTrump debido al “riesgo de incitación a la violencia”.
Hedonometer mide la felicidad promedio en Twitter. Esos días (entre el 6 y el 8 de enero) han sido de los días más tristes de la historia de Twitter:
Flashforward al 25 de abril del 2022:
“La libertad de expresión es la base de una democracia que funciona, y Twitter es la plaza pública digital donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad. También quiero que Twitter sea mejor que nunca al mejorar el producto con nuevas características, haciendo que los algoritmos sean de código abierto para aumentar la confianza, derrotando a los robots de spam y autenticando a todos los humanos. Twitter tiene un enorme potencial: espero trabajar con la empresa y la comunidad de usuarios para desbloquearlo”.
Lo anterior lo dijo Elon Musk1, sobre la compra de Twitter en un comunicado de prensa.
Ese día tuiteó: “Espero que hasta mis peores críticos permanezcan en Twitter, porque eso es lo que significa la libertad de expresión”. Ese tuit tiene más de tres millones de likes. Aclaró al día siguiente que con “libertad de expresión” se refería a lo que se ajusta a las leyes de EE. UU., estando en contra de la censura en Twitter que iba más allá de lo previsto por la ley.
El hombre más rico del mundo (y de los más controversiales), muy creativo con los nombres, metido en mil cosas, pensando en llevar al hombre a Marte, vendedor de modernos automóviles eléctricos y de lanzallamas edición limitada, de repente compra Twitter.
¿Cómo interpretar esto?
Joe Rogan, anfitrión del podcast más escuchado del mundo actualmente, reaccionó así:
“Tenemos una estrella de cine, un tipo de superhéroe. Es como una película. Como si tuvieras una película y hay un tipo que es como un héroe en la película que resulta ser multimillonario y hace cosas salvajes. Por ejemplo, fabrica sus propios cohetes, perfora bajo la ciudad, fabrica autos eléctricos y luego compra Twitter.”
Otros reaccionaron en contra. Que era un supervillano. Que podría iniciar la Tercera Guerra Mundial. Que Twitter se volvería un lugar inhabitable para personas trans. Que va a amplificar a todo nazi-extremista-de-derecha. Que se trata de white power y que quiere controlar el mundo. Siguen los ejemplos en este hilo.
Por eso entrevisté a Bernardo Sáinz, candidato a doctor por la Universidad de Queen's en Canadá, especializado en Política Comparada y Teoría Política, sobre la compra de Twitter.
Me dio tres puntos clave a analizar:
La respuesta en general a la compra se ha exagerado su relevancia y que tanto puede cambiar el rumbo de la libertad de expresión. No es nada nuevo que multimillonarios controlen los medios de comunicación.
Aunque la relevancia se esté sacando de proporción, la compra de Twitter sí podría convertir a la plataforma en un espacio mucho más plural, con sus riesgos, en cuanto a visiones conservadoras. Como ejemplo pueden ser las cuentas que han hecho chistes sobre personas trans, y que es debatible si son discurso de odio o no, pero han sido censurados por Twitter. Esta apertura podría llevar a más debate, pero a más polarización.
Lo que a Bernardo le parece más interesante explorar es el terminar con los bots, y tener un proceso más riguroso para autentificar a todos los usuarios de la plataforma. ¿Qué tan transparente será la autenticación de Twitter, terminará con las cuentas anónimas?
Este último punto es la gran pregunta para la libertad de expresión. No es lo mismo lo que dices desde el anonimato. Si Twitter deja de permitir el anonimato, para Bernardo, el nivel de debate público puede elevarse.
Por cierto, sigan a Bernardo en Twitter.
Vale la pena pensar: ¿la compra de Twitter se trata de incrementar la libertad de expresión para fortalecer la democracia e incentivar la innovación? O, ¿es un capricho y una estrategia de acumulación de poder de Elon Musk?
¿Todo esto se trata de que tomemos los restos de la Torre de Babel para empezar su reconstrucción, o se trata de aprender a vivir entre sus ruinas?
¿O no importa tanto?
Germán envió una carta a Grupo Musk S. A. de C. V. ofreciendo la venta de Explicación No Pedida. Seguimos en espera de respuesta.