La verdad no tenía pensado ir a ver la nueva película de Spider-man: Across the Spider-Verse, pero el lunes en la mañana entré a Twitter y me topé con la noticia de que esta película, después de tan solo un fin de semana en el cine, se encontraba calificada como la mejor película de la historia en el ranking de la popular página de internet para entusiastas del cine: Letterbox. La película se encontraba por encima de Citizen Kane, El Señor de los Anillos, El Padrino y muchas otras consideradas las mejores de la historia. ¿Será verdad? Una película que topa la cima de las listas solo viene al mundo de vez en cuando. Es un privilegio poder decir que la viste en salas. Mi curiosidad fue demasiada, así que decidí ir a verla ese mismo día.
Creo que cualquiera que me lee con regularidad sabrá lo que pensé sin necesidad de leerlo. ¿La pasé bien en el cine? Sí. La película es muy divertida. Desde un aspecto técnico y de animación, fue impresionante, aunque un poco larga, y acelerada para mi gusto personal. Tiene un gran villano y las voces que dan vida a los personajes hicieron un excelente trabajo. Por suerte, pude verla subtitulada y no doblada (no tengo ningún interés en ver a TikTokers como actores de doblaje). Sin embargo, a pesar de todas estas virtudes, la película no llega al nivel legendario que sugerirían los rankings. No merece ser considerada la mejor película de la historia. Pero, ¿no es eso algo subjetivo? ¿A quién le toca escoger lo que cuenta como una película “legendaria”?
Desde hace algún tiempo, y gracias en parte al advenimiento de páginas de internet como Rotten Tomatos, Letterbox y IMBD, las cuales sirven como recolectores de la opinión general, el ser crítico de cine ha perdido mucho prestigio. Esto, en gran parte, con justa razón. En los últimos años, hemos visto que, por lo general, los críticos se han desconectado del público y que han dejado de reflejar muchos de sus intereses. Esto se ve manifestado de muchas maneras y con diversas consecuencias, ya sea con la admiración de una película mala, pero que contiene el mensaje político indicado (léase La Forma del Agua o The Green Book), o mediante el desprecio del cine popular, provocando que solo a películas “artísticas” e incomprensibles ganen los grandes premios (léase Nomadland o Moonlight). ¿Por qué, teniendo acceso a estas páginas, hemos de hacer caso a un crítico pretencioso y soberbio por encima de la opinión de la gente común y corriente? Es una buena pregunta, y creo que la nueva película de Spider-Man nos da la respuesta.
La masa es voluble y excitable. La masa es sabia inclusive, pero solo hasta cierto grado. La masa es un gran juez de lo aburrido. Es muy difícil convencer al público de que la están pasando bien en el cine cuando les muestras algo aburrido. Sin embargo, la masa no posee la habilidad de reconocer al genio artístico. A lo largo de la historia, podemos ver innumerables ejemplos en donde, ya sea en el cine o en cualquier otro medio, la masa fue incapaz de reconocer la importancia de la obra. Van Gogh murió sin vender una sola de sus pinturas. Franz Kafka murió desconocido. The Shawshank Redemtion, Fight Club, Children of Men y Blade Runner perdieron dinero al ser estrenadas. De no ser por críticos de arte, con el poder de discernimiento y la humildad para reconocer la genialidad, probablemente no conoceríamos muchos de los grandes artistas que admiramos hoy en día.
Las películas como Spider-man: Across the Spider-Verse, a pesar de ser entretenidas, llegan al lugar más alto de los rankings porque le dan al público exactamente lo que están buscando. Uno entra a la sala con una expectativa, y sale completamente satisfecho. La película cumple de la manera exacta en la que se esperaba. Sin embargo, los críticos, los buenos críticos, nos hacen saber lo que no sabemos que necesitamos. Nos dan la medicina de la enfermedad que no sabíamos que teníamos. Es importante apreciarlos, a pesar de ser pretenciosos y excéntricos, y encontrar algunos buenos y respetables (como nuestro amigo Juan Carlos Carrillo) que podamos leer con regularidad. Los necesitamos porque sin ellos encontrar las verdaderas joyas en una mina de carbono será un trabajo imposible.