Iba un grupo de amigos a Puerto Vallarta en carretera desde Monterrey en una camioneta con lugar para quince personas. Habían quitado el último asiento para acomodar las maletas. Uno de ellos decidió a medio camino pasar a la parte trasera para acostarse y estirarse, abriendo las piernas y los brazos como si fuera una estrella de mar. “Al fin, comodidad”, dijo. Otro, al verlo, le preguntó: “¿no te incomoda estar tan cómodo?”
Suena raro, pero es una pregunta importante. Es natural que busquemos maximizar nuestro bienestar. La larga historia de la innovación tecnológica trata de eso: desde la rueda hasta la inteligencia artificial. Ir más rápido, trabajar menos, comer más rico, dormir más a gusto, estar más contento, no aburrirse, sentirse bien. El desarrollo material es, en principio, bueno, y quienes lo procuran tienen esa noble tarea. Hay incentivos económicos para la invención, el descubrimiento y el emprendimiento, pero los seres humanos somos complejos, y no todo se trata de dinero. Buscar mejorar las condiciones es también mejorar las condiciones de nuestros seres queridos. Cito a un popular filósofo guatemalteco:
“Mujeres: lo que nos pidan podemos. Si no podemos no existe. Y si no existe lo inventamos por ustedes, mujeres.”
Un poquito de etimología: la palabra “cómodo” viene de commoditas (latín), compuesto por con- (convergencia, unión, todo) y modus (modo, medida). Es la cualidad de una casa que tiene todo lo necesario. Por un lado, podemos decir que hay un problema de raíz: una casa no puede tener todo lo necesario, y punto. Pero por otro lado, podemos cuestionarnos si no malinterpretamos el significado de la raíz: una casa sí puede tener todo lo necesario, pero no significa que todo lo necesario es material. Una comodidad mal entendida puede echarnos a perder.
La verdad es que esta idea no es nueva. ¿No están hartos de que los gurús del internet les digan que hay que salirse de la “zona de confort”? ¿Que no Confucio dijo (en el año del caldo) que hay que educar a los hijos “con un poco de hambre y un poco de frío”? O, mejor puesto por San Pablo, cuando (en el año de la canica) dijo “...si viven según la carne, morirán; pero, si con el Espíritu hacen morir las obras del cuerpo, vivirán.”
La comodidad puede ser aliada del ocio y de la pereza. Nos puede hacer infelices si no se le da su lugar prudente a la comodidad material. Es difícil combatirla pues son pequeños detalles que se nos hacen costumbre, y son aparentemente tan inofensivos que podría parecer ridículo cuestionarlos. ¿Qué tiene de malo reclinar tantito el asiento? Nada. ¿Qué tiene de malo descalzarse y subir los pies al tablero cuando vas de copiloto? Etcétera. Y así nos vamos con una larga lista de mínimas comodidades que sumadas se vuelven una actitud ante la vida. Alguien que sólo busca la comodidad propia bajo cualquier circunstancia se vuelve una caricatura de persona: quejumbrosa al extremo (“¡qué calor, qué frío, qué hambre, qué sed!”), egoísta (“primero yo en todo”), impaciente (“¿cuánto falta? ¿ya llegamos?”). En resumen, un pésimo acompañante de viaje. Pero esa actitud se la lleva a todos lados. ¿Cómo se puede ser feliz así?
Alguna vez me explicaron que la persona virtuosa se hace como se esculpe una escultura de mármol: a golpecitos con cincel. Pensemos que las incomodidades que nos ponemos en el día nos forman así. La comodidad es para estar bien o estar feliz, pero no es suficiente para ser bueno o ser feliz.
Sufrir tantito está bien. Nos fortalece, crecemos en templanza y otras virtudes. Nos hacemos dueños de nosotros mismos y podemos ejercer mejor nuestra libertad. Nos hace más amables y mejores compañeros de viaje. Nos da las herramientas para superar desafíos. Estamos llamados a hacer grandes cosas, a complicarnos la vida. Demasiada comodidad nos puede dejar chiquitos. Podemos más. ¿No les incomoda estar tan cómodos?
Si me permites, de ahora en adelante me gustaría poder decir: Y como dice el buen Eugenio (o “mi amigo Eugenio”, aun está en proceso), “La comodidad es para estar bien o estar feliz, pero no es suficiente para ser bueno o ser feliz.”
Como siempre, feliz de leerte.
Creo que va muy Ad-hoc la frase: “échenme una piedrita en el zapato porque estoy muy cómodo”
Saludos!